Juan en el Paraíso

lunes, octubre 06, 2008

The real me


“I had a choice. I could leave the runway and let my inner model die of shame, or I could pick myself up, flaws and all, and finish. And that’s just what I did. When real people fall down in life, they get right back up and keep on walking” (Sex and the City, “The real me” Season 4, Ep. 2)

El pasado primero de octubre yo tenía y debía vérmelas con el cuco occidental más grande que había tenido en mi vida: latín. Por varias semanas intente consagrarme al hecho de que el aprendizaje de la latina lingva requería un trabajoso desarrollo y detenida atención a cuestiones prácticas en las que me considero un total lego. No se por qué pero me resulta intimidante la gramática práctica, será que luego mi traumática experiencia G. siempre me despertó dudas el hecho de vérmelas con un análisis, incluso habiendo superado instancias de evaluación mucho mas complejas.
Aquella mañana, con mi habitual excitación por quemar etapas, me estaba anotando en el seminario de doctorado sobre crónicas, cuando me llegó un mensaje de Lauri, anunciando su presencia (compañía que me escolta desde que puse un pie en esa facultad) previos a los momentos del examen, sin nadie en el aula señalada, mi temor fue cada vez mas creciente. La llegada de la Sra. Latina fue tranquila y casi idéntica a aquellas inmemoriales clases del 2005. Tan gentilmente, como muchos de los classici habían augurado, Sra. Latina me interrogó sobre muchos puntos candorosamente: cuánto hacía que la había cursado, en qué punto de la carrera estaba y finalmente: por qué había tardado tanto en darla. Mi abrumadora sinceridad me llevo a decir la verdad: el miedo a las lenguas clásicas.
Me dio un fragmento latino Scipio in Hesperiam que al inicio con tranquilidad comencé a resolver. Fueron llegando el resto de las latinas: La prof. “¿Estamos de acuerdo?” y Bambi. El desfile de las pulchrae dominae me instaló una intranquilidad especial. Los problemas de no encontrar el verbo adduco, claramente un compuesto de duco, o bien la pobreza de mi diccionario VOX que me volvió loco hasta que Ms. Verónica me hizo reflexionar que adventus era una palabra derivada del verbo advenio en su forma de participio, lo que me hizo dar cuenta que era un predicativo subjetivo y no un modificador interno del QUO. Un rato después la hostilidad universitaria y mi completa individualidad ante la mesa examinadora me llevó a la peregrinatio al instituto de Filología Clásica.
Mis nervios estaban desbordados y un ayudante de griego no paraba de gritar en una habitación contigua. Al final no pegaba una con la morfología, traducía sin darme cuenta un ad + Acusativo [ad Hesperiam] como “De Hispania” donde debía decir “Hacia Hispania”. El reconocimiento de una Proposición objetiva de infinitivo mas acusativo de forma intuitiva terminó por aniquilarme.
La Sra. Latina y Bambi intentaron por todos los medios de salvarme el pellejo, pero a esa altura yo estaba liquidado… un virgo-virginis se volvió, en mi latín no euclidiano, un sustantivo femenino de segunda. Eso marcó el final de mi guerra púnica en la que, como Animal, terminé liquidado.
La Sra. Latina y las demás no podían creer que a dos materias de recibirme y con el nivel de notas que mi libreta ostentaba yo no hubiera podido resolver el examen. Evidentemente era una tara psicológica. Luego de fijar la sentencia. La Sra. Latina me propuso preparar juntos semana a semana una serie de ejercicios para salir adelante y Bambi estuvo de acuerdo. Les agradecí el trato amable a pesar de la situación y baje buscando a Lau y Nico.
Mientras bajaba las laberínticas escaleras del cuatro piso de Púan recordé un montos de cosas a toda velocidad: Mi primer final de Gramática, a Fernanda, Mi libro sobre Quevedo donde trabajo con la fuente latina sin problemas, Mis viejos, Mi doctorado, Mr. D. y su Castellani, La posible decepción de Georgina, Que nunca me iba a recibir y que iba a trabajar en la BN el resto de mi triste vida. El cúmulo de recuerdos acusadores se interrumpió cuando Nico y Lau bajaron las escaleras y me abrazaron. No lloré. Comenté la situación y llamé por teléfono a Georgina. Me consoló con su habitual calidez y me dijo que eso no decía nada, yo atiné a decirle que no era digno de ser su discípulo que debía seguir el latente camino de la Lit. Argentina para un posible doctorado.
Cortamos y nos cruzamos a “Platón” donde mientras tomaba un licuado con un tostado reí por varias horas con mis amigos, sobre las eternas y locas aventuras y vivencias que atraviesa el kosmós puanero. La nota de color se cifró en algo que Nico dijo: “Tu trabajo de Bioy Casares lo va a dar Saitta” Eso no anuló mi extraño sufrimiento por la experiencia latina, pero me mostró que mientras el demiurgo me quitaba por un lado, insospechadamente me recompensaba por otro. Que extraño resultó ser todo.
Un rato después Nora intentaba convencerme desde su celular rumbo al IUNA, que un fallo como este no irradiaba y anulaba todos los otros logros que eran ciertos y una hora después estaba con mi hermanita Geo tomando el llamado “Café de la tristeza” mientras intentaba explicarle por cel a Pino los avatares del examen.
La charla del café fue relajada pero cuando Geo sacó una cartita y una lapicera muy paqueta, le tomé las manos muy fuerte y se me salieron las lágrimas. La vuelta a casa no fue dramática mis viejos me hicieron un technnical support y nada mas pasó. Esa noche fui rescatado por Muki y Nico que me sacaron de la soledad de mi apartamento para reírnos y para desdramatizar el dolor.
El paso doloroso fue a la mañana siguiente: Mi mamá me vino a despertar y pregunté: “¿No fue un sueño, no?” No lo fue. Lo que si fue una sorpresa para mi fue la recepción ajena del fenómeno. Todos aquellos que daban por sentado que iba a aprobar se sorprendieron pero no me juzgaron, al menos no tan duramente como lo hice yo conmigo mismo. Ele y Ceci me alentaron como siempre y ayudaron a que la mañana y la tarde se pasen con más rapidez. Mechi me dio otra mirada sobre el fenómeno y me dijo que nada era determinante. Mina me alentaba desde las lujosas calles de New York y Mari con su habitual poeticidad me instó a salir juntos con la frente en alto.
De una o de otra manera se fue demoliendo lo que el Lic. J.K. me indicaba muchas veces, la imagen de barro de un ídolo que yo vendo (como diría Moria) o que profeso paganamente (como diría Moisés) dejaba al descubierto “the real me” y como pensó Carrie desplomada en medio de una pasarela, las personas reales se levantan y siguen adelante.

4 Comments:

  • At 6:31 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Juan, que no decaiga. Somos legión, yo también tengo la misma nefasta inscripción en la misma nefasta materia. Les pasa a los mejores. Un abrazo.

     
  • At 9:07 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Gracias Mati!!! "Si Jésus tropezó porque Juan no habría de hacerlo"(Juajua)Como andas??? Che... mi trabajo sobre Bioy esta en el blog de Problemas bajatelo.
    Cheers!

     
  • At 10:28 a. m., Blogger Ev said…

    Me parece que el problema es creer que cualquiera de las dos cosas (los fracasos, los éxitos; los aplazos o los textos publicados) revelan algo de la gente cuando en realidad no significan nada más que una infinita serie de avatares sobre las que tenemos un mínimo atisbo de influencia. Todos los ídolos son de barro, juan, todos. Salvo que algunos ocultan su naturaleza mejor que otros e incluso se la ocultan a sí mismos. Ya sabés cuál es mi política: basta de sacar promedios y de exhibir chapas, actitud que es preciso sostener no sólo cuando se pierde, sino también cuando se gana el concurso. Por dios, que no todo sea una competencia! Más importante que ser brillante es estar contento. Y vos cuando querés sos una persona muy alegre.

     
  • At 6:48 p. m., Anonymous Anónimo said…

    No se Ev... no se si estoy tan de acuerdo, yo compito conmigo mismo, lo vivo como una instancia superadora. De todas formas esto da para un café.

     

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