Juan en el Paraíso

martes, enero 16, 2007

Namida

Hoshi yo Hoshitachi yo
Ame furu yoru mo
Watashi ni dake wa anata ga mieru
Hoshi yo Hoshitachi yo
Nayami wo arai nagashite
Hayaku hohoemikakete
[Estrella, oh, Estrellas
La lluvia también caerá en la tarde
Estaré aquí, solo, mirándote
Estrella, oh, Estrellas
Deja tu dolor diluirse
Y rápido, sonríeme]*



No hay muchas razones que encuentre ahora y que me alejen de ese pasado que parece milenario y que esta a tan solo dos minutos a paso de recuerdo. Uno puede olvidar el presente pero difícilmente el pasado.
La cama se hace grande y el dolor empequeñece el corazón. ¿Dónde estas ahora? ¿Por qué me cuesta tanto encontrarte?
Me pregunto eso todas las noches o cada vez que veo una película, o a dos jóvenes besándose por la calle. Es así… el amor se me escapa de entre las manos, es como si intentara abrazar el Nilo con mis brazos, es imposible que pueda contenerlo.
Pero el tiempo pasa y los espacios del silencio y de la soledad se hacen cada vez más abismales. El Nilo no puede abrazarse pero si congelarse, y el frío de una espera y la dureza de su forma me hacen cada vez más reacio y mas descreído del amor. Este sutil engaño, esta quimera maldiciente que me atormenta a cada segundo y que a diario me demuestra lo gris que se ha vuelto mi vida.
Ese reflejo me grita: “¡Mira en lo que te has convertido! Antes solía divertirme, ahora me entristezco con facilidad. No tengo ya a mi estrella y por más que miro el cielo no la encuentro, las luces enceguecedoras de la ciudad no me permiten ver más allá de los rascacielos.
Si mis sentimientos me avergüenzan, y cada espacio que trazo con la pluma de un guionista me demuestra lo imposible que se vuelve este sendero. Tu rostro resquebrajado y tus miradas impostadas, una ficción que detrás de la ficción espera, espera que ese él, que se vuelve un todo corrobore su nada. Mi dolor se derrama sobre el colchón y se mezcla con mis lagrimas y con la sangre de estas venas que tiñen de rosa el blanco de la tela. Es el arte abstracto del suicidio que dibuja sobre lienzo, que pinta mi sufrimiento y que se mezcla con el sudor helado del desangrarse. Yo como una fiera que se relame, como un felino herido extiendo mi cuerpo sobre esa sangre que colora tu ausencia, sobre tu desprecio hecho fluido.
Mis pupilas se deleitan con el espectáculo con la muestra de una sonrisa incauta, una sonrisa a la que llaman muerte. Y llega con su fúnebre alarido, como una fiera hambrienta que busca la carroña como los buitres. Esto soy, en esto me has convertido, en una colección de despojos que en este instante se hacen cadáver.
Palidezco tan rápido, mi piel deja de ser una arena desértica mojada por las lágrimas y las gotas de sangre, para volverse un témpano de hielo. El ambiente adusto del cuarto se ensombrece y se moja entre lágrimas de tu herida, entre heridas de sangre, entre salivas despreciadas.
Entre tú y yo existe una diferencia: Tú amas con locura la vida, yo moriría por amor. Como ahora… Todo se ensombrece y tu rostro se me desdibuja y se vuelve un recuerdo impreciso. Sigue este camino de sangre regado sobre el suelo y verás concluida tu obra en el balcón de la que fue nuestra casa.
En algo tenías razón: siempre seré un obstinado y tú un cobarde. Disfruta lo que te queda de vida, si es que puedes yo prefiero bajarme. Hoshi yo Hoshitachi yo, mi estrella… detrás de qué nube o qué rascacielos te habrás ocultado, espero que me guíes en este viaje que me espera y que me aterra.
* Agradezco a Bren por su traducción del fragmento japonés