Juan en el Paraíso

domingo, abril 22, 2007

El nuevo libro de mi maestro


Cuentos latinos de la Edad Media, Introducción y traducción de: Hugo O. Bizzarri*, Colección Clásicos Medievales nº 32, Editorial Gredos. Madrid, 408 páginas, 28 €.


Las colecciones de exempla medievales constituyeron una forma literaria cultivada a todo lo largo de la Edad Media, entre sus temas predilectos encontramos relatos históricos, leyendas, fábulas, milagros, visiones, etc. El exemplum (enxiemplo>ejemplo) está estrechamente relacionado con diversas manifestaciones folklóricas y es por tanto una de las formas literarias de la Edad Media donde más se han reflejado las costumbres, creencias populares y detalles de la vida cotidiana. La crítica ha propuesto en diversos trabajos que el concepto de exemplum no sólo debe emplearse para designar a las compilaciones de relatos breves, sino también en un sentido mucho más amplio en tanto aludían a la utilización de esa materia narrativa, como en la recepción de esas obras. En palabras de Salvatore Battaglia:

“[…] Sull’impasto di queste varie forme letterarie, orginalmente distinte ma via via convergente, il Medioevo ha regolato l’ espressione Della propria saggezza e della propria esperienza. Non si tratta soltando d’un gusto letterario e stilistico, bensì d’un metodo che la mentalità medievale ha applicato alla sua cognizione della realtà etica e pratica[…]”(Battaglia, 1958: 71)

La narración de los hechos según la voz de anónimos constituye un excelente medio para conocer la mentalidad del hombre medieval. La autoridad del exemplum radica en el carácter global de experiencias que transmite al presentar un saber comunitario y vital emergente de la propia tradición. Este acto de compilar esta materia narrativa se inició a partir del siglo XII, tradición que continuó hasta el siglo XVII. En un clásico trabajo Ernst Robert Curtius calificó a la Edad Media latina como: “[…] la calzada romana, desgastada por el tiempo, que conduce del mundo antiguo al moderno […]” (Curtius, 1930: Introducción)

Las compilaciones latinas de exempla difundieron diversos materiales, tópicos y relatos que las literaturas vernáculas retomaron ávidamente como fuente inagotable de inspiración para su propia producción. Es por esto que las grandes obras medievales como El Conde Lucanor de Don Juan Manuel, el Decamerón de Boccacio o los Cuentos de Canterbury de Chaucer vuelven a aproximarse a esa materia antigua con renovada provocación

En el presente volumen Hugo Bizzarri ha optado por mostrar especialmente el desarrollo y evolución del exemplum latino, ofreciendo una antología de los más importantes cuentistas y colecciones del período, así como los relatos más difundidos durante la Edad Media.

Referencias:

BATTAGLIA, Salvatore, 1958, “L’esempio medievale”, 1, L’esempio nella retorica antica” en Filología Romanza, 6, pp. 45-82.

CURTIUS, Robert Ernst, 1930, Literatura europea y Edad Media latina, México. FCE.
*Hugo Oscar Bizzarri es profesor de Filología Hispánica e Historia de la Lengua en la Universidad de Friburgo (Suiza). Entre sus investigaciones destacan estudios sobre crítica textual, cuentística, literatura sapiencial y refranero hispánico.

domingo, abril 15, 2007

Mientras se tocaba los labios





A Walter


Se toca los labios y se pregunta. ¿Se pregunta? Por qué en una noche de lluvia como hoy hubo de recordar a aquella persona, creyó que los mares del tiempo la habían alejado para siempre de la caja de cartón de sus recuerdos. Pero no, ahí estaba, como una imagen clara e impalpable, como un recuerdo fugaz que se ensaña con algún cuerpo, con cualquier cuerpo, con el de Walter como aquella primera vez. Igual que todas las veces en las que habría deseado saber si de verdad lo amaba. Es difícil conocer los pensamientos de los otros.
Martín tenía esa defectuosa cualidad nunca se podía saber que estaba pensando o si verdad disfrutaba la companía y la convivencia. Su actitud era todos los días la misma, como si intentáramos reflejar en múltiples espejos una situación pintada sobre un lienzo. La imagen soñada del campesino que ara la tierra y la de su mujer que lo contempla desde el balcón de la casa se multiplicaría infinitamente por el juego de los reflejos y de las formas cristalinas. Pero así era Martín una violenta sucesión de silencios interrumpidos y retomados y Walter siempre lo contemplaba, como la esposa al granjero.
Pocas veces podía lograr que los bellos ojos verdes de Martín se crucen en un relámpago con los suyos. El fuego de una pasión anterior estaba vendado y sepultado por el sarcófago de la rutina. En el departamento ya no se escuchaba Jazz como en los primeros años, solo adornaba la atmósfera del lugar un concierto brindado por las llamadas a los celulares. Trabajo, obligaciones, prejuicios, todas formas aleatorias del veneno.
Esa noche de lluvia Walter espero y esperó la llegada de Martín, como siempre, como si fuera la última vez. Esa noche había tomado las esquirlas de valor que le quedaban y había armado un bolso con la ropa imprescindible. Había empacado sus zapatos favoritos y unas cuantas remeras, llevaba puesto aquel pulóver de hilo que había comprado hacía unas semanas. Mientras guarda con nerviosismo las últimas prendas, el ruido de la llave abriendo la puerta se clavó en sus oídos como un puñal filoso. El momento había llegado, miraría a Martín a la cara y le diría que lo que tenían ya no iba mas. Tomaría sus cosas y se marcharía a la casa de su hermana.
Cuando Walter salió del cuarto vio a Martín sentado en el sillón en silencio, el silencio dominaba la escena como de costumbre. Pero aquella vez era un silencio mas profundo, como si en verdad toda la creación estuviese callada esperando a que algo suceda. Walter miro a Martín y le comunicó su unilateral decisión de marcharse de la casa. Martín nunca contestó, pero sus ojos verdes estaban puestos sobre la ventana. Walter se sintió agobiado por la situación y fue por unas aspirinas que aún guardaba en el cajón del baño. Mientras abría la caja de aspirinas con un extremo nerviosismo, dejó caer el vaso en el que se había servido el agua.
La mañana siguiente Walter pensó en la esposa del granjero mirando desde la ventana, mirando al hombre que tal vez había amado durante 40 años. Reflexionaba asomado a la ventana del departamento mirando hacia abajo. Walter casi alcanzaba a ver las baldosas donde la noche anterior Martín decidió recostarse. Mientras tomaba el agua pensaba que su vida no era diferente a aquel cuadro dibujado en su memoria, él no era diferente a la esposa del granjero.


Buenos Aires, Noche de Marzo

lunes, abril 02, 2007

STV



A riesgo de auto plagiarme y volver a contar lo que ya dije en otro lugar, hace ya tantos años me limitaré a reflexionar sobre este último tiempo. Y si... la noción del tiempo es relativa y muchas veces los días parecen semanas, las semanas meses y los meses años. En otras ocasiones las horas parecen segundos y no hay mayor muestra que eso para saber que uno la esta pasando muy bien. Eso es lo que a menudo me ocurre cuando estoy con vos.
Todas las mañanas me cuesta mucho levantarme para ir a trabajar, todo es fatal: el colectivo, el tráfico, la lluvia. Pero cuando arribo a la BN y llego a nuestra nueva oficinita y veo que ya llegaste luego de una mañana agitada tras los pasos de Lore. Cuando llega Ev y muy gentilmente mientras trabajamos en la computadora, nos preparás un capuchino a la italiana. En esos momentos me gustaría que todo se detenga: Ahí mismo, en ese momento. Eso es lo que me hace disfrutar de la vida, ese instante en el que haces chistes sobre la lentitud de las maquinas o nos reímos de viejas anécdotas o cuando pasas revista a las actividades del fin de semana. En esos momentos es cuando veo por qué te quiero tanto y ahí me doy cuenta que hice bien en mandar ese cv hace dos años. Sabés que soy un empleado terminal y que tal vez toda esta ceremonia matutina se esfume muy pronto, pero como dijo alguien muy querido en otra parte (y si voy a plagiarlo) haberte conocido en esta etapa de mi vida, tan importante, es algo que ni HG ni el Gordo F. van a poder sacarme. Por más que me vaya de la BN y por más que nuestros encuentros a cenar sean una vez por mes, cada dos meses, una vez por año o nunca más. Por más que dejemos de vernos, hay cosas que pertenecen a nuestra memoria compartida y te lo digo yo que soy un solitario chinchudo inmejorable, que muchas veces estoy pensativo y me acuerdo de algún comentario tuyo y me sonrio, se me infla el pecho de una extraña sensación que mezcla emoción, nostalgia y felicidad.
En las inmediaciones de tu nueva edad deseo que tengas más de lo que das, que se multipliquen todas tus oportunidades y tus alegrías, que se resten los malos humores, las inseguridades y los sufrimientos y que a modo de desafío queden tus sueños y anhelos para que puedas alcanzarlos todos. Cree las palabras de este joven impertinente, chinchudo, medievalista berreta y molesto parlanchin que te quiere un montón. Un saludo querido STV.